Hace algún tiempo un Tucán de plumas suaves y colores llamativos, originario de una privilegiada zona de espesos bosques y exóticas especies, emprendió un viaje lejos de casa intentando encontrar un lugar en el que él pudiera ser tan ágil y sagaz que lograra impedir la destrucción del planeta a manos del hombre.
Volando volando, y gracias a su capacidad para adaptarse a los 2.640 metros de altura, un buen día Julio, el Tucán, se encontró una hermosa Sabana con lagunas naturales, páramos y ciénagas que la hacían un lugar mágico para vivir; sin embargo, este no parecía ser el lugar donde Julio quería estar, así que luego de sobrevolar durante un largo tiempo por la Sabana y sus alrededores, llegó a la gran ciudad: Bogotá.
Su aventura lo llevó a descubrir una enorme urbe, habitada por millones de personas, con grandes edificios, hermosos parques y grandes calles por doquier. ¡Muy diferente a lo que él conocía, pero ya sabía a qué venía: ser el guardián ambiental de los bogotanos!
Así fue como Julio, nuestro amigo ambiental, fue adoptado por Promoambiental Distrito y hoy, de la mano de nosotros y de los ciudadanos nos ayuda a generar consciencia ambiental y a enseñarle a los ciudadanos a disponer adecuadamente los residuos para aportar a la construcción de una ciudad ambientalmente amigable.